La nueva fuente de desigualdades será sin duda provocada por el aumento de temperatura en el planeta. Ese aumento, que podría llegar a 3 grados de diferencia en la temperatura planetaria a fines de este siglo, podría generar nuevas injusticias e inequidades sociales. Estas disparidades serán resultado del cambio climático, manifestado con furia durante los veranos europeos y en general en el hemisferio norte, donde las temperaturas están aumentando más allá de lo soportable para el ser humano.
Durante este verano boreal, hemos sido testigos de drásticos incrementos de temperatura, como en la ciudad de Palermo, donde se ha superado el récord histórico de máximas por dos grados completos, un aumento significativo con graves consecuencias para la calidad de vida. Un fenómeno que se repite en otras áreas del hemisferio norte con gran intensidad.
En el pasado, las personas más acomodadas tenían la posibilidad de viajar del invierno de un hemisferio al verano en el otro hemisferio para disfrutar de un clima más cálido. Sin embargo, en el futuro veremos personas viajando del hemisferio veraniego al invernal para evitar las grandes olas de calor, que no sólo tienen costos económicos, sino también la pérdida de vidas humanas.
La crisis climática no sólo afecta al medio ambiente como lo hemos visto estas semanas con innumerables fenómenos, entre los más recientes el blanqueamiento acelerado de los corales en las costas de Florida y la disminución sin precedentes del hielo antártico. También profundizará y generará desigualdades, ya que habrá quienes puedan hacer frente a los eventos climáticos extremos y quienes no, con consecuencias importantes no sólo en el ecosistema, también a la salud, la calidad de vida, las condiciones materiales y la vida misma de las personas. Todo eso tendrá consecuencias e implicancias profundamente desiguales.
El 2050, la fecha en la que deberíamos alcanzar las cero emisiones netas, parece lejano, pero el cómo llegaremos a ese punto dependerá de las decisiones que tomemos hoy. Como mencionó el expresidente Barack Obama, esta generación es la primera en contar con tanta conciencia y la última que puede hacer algo para que el mundo sea habitable a finales de este siglo.
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